¿POR QUÉ SE DEPRIMEN LOS NIÑOS?

La doctora Patricia Matey, especializada en el tratamiento de la depresión infantil, afirma que “la depresión no es una patología exclusiva de adultos, también los niños la sufren”, expresó en una entrevista  para Protestante Digital.
“La angustia se da en los menores fundamentalmente por cuatro causas, a la que recientemente se ha añadido una quinta”, dijo la doctora.

El divorcio para los Padres

El divorcio no gusta ni a los pájaros. Las parejas con hijos pequeños que optan por la separación suelen decir: “nuestros hijos han entendido perfectamente la situación”. Así pretenden tranquilizar su conciencia. Pero ¿qué pueden hacer los hijos? ¿Agarrarse al cuello de la madre y del padre? ¿Cerrar la puerta y tirar la llave para que ninguno de los dos abandone el hogar? ¿Creen los divorciados que los hijos se contentan con vivir quince días con el padre, otros quince con la madre, convivir con la nueva pareja de él o la nueva pareja de ella? Unos niños llevan la nueva situación familiar con paciencia y en silencio. Otros caen en procesos depresivos.

El miedo a los animales

Yo fui testigo de ese miedo. Andaba acompañado de una joven de 19 años que hoy es periodista y trabaja en EL PAÍS, cuando los dos vimos un perro solitario que se acercaba a nosotros. La joven sintió tal pavor que cayó al suelo temblorosa. No soportaba la cercanía de animales. Existen niñas y niños que caen en depresión cuando se les obliga a acariciar al perrito o al gatito. Defender a los animales ante el miedo de los niños puede resultar cruel.

Temor al castigo

Cuando el niño o la niña cometan una acción reprobable, no se les amenace: “Como vuelvas a hacerlo te voy a dar….”.
“Te estás buscando una paliza…”.
“Cuando venga tu padre te vas a enterar….”.
En opinión de la doctora Matey, apoyada por otros psicólogos que tratan a niños, la amenaza es motivo de depresión. Porque el niño vive con el temor de que la amenaza se cumpla y dé lugar a un castigo cuyas consecuencias teme. Es preferible, dicen los especialistas, castigar al niño en el momento que lo merezca, si hay que hacerlo, y no amenazarlo constantemente. Con el castigo inmediato el niño se conforma. La amenaza lo asusta y lo deprime.

El fracaso escolar

Se han publicado casos de niños que se han suicidado en el camino de la escuela a la casa, temerosos y deprimidos por las malas notas obtenidas en los exámenes.
A todos los padres les gustaría que sus hijos fueran Einstein o Cervantes. Pero hay niños a quienes no les gusta estudiar, o que no se les da bien los estudios. ¿Por qué forzarlos? En lugar de carrera universitaria que elijan una profesión, la que más les atraiga.
Pero no obligarlos a ser el primero de la clase, porque la ansiedad puede producir en ellos una alteración psíquica.

El acoso de los compañeros

El viernes 22 de mayo último una alumna de 16 años del Instituto madrileño Ciudad de Jaén, de nombre Aránzazu, se arrojó desde la sexta planta de su bloque de pisos, muriendo en el acto. Pronto se conocieron los motivos del suicidio: era acosada continuamente por compañeros de clase que se burlaban de ella, la vejaban, la insultaban por teléfono. Sumida en la depresión, optó por el suicidio.
Decía el 26 de mayo un editorialista del diario EL MUNDO: “Este suicidio vuelve a poner de manifiesto la falta de conciencia social sobre una realidad que sufren muchos escolares y que permanece oculta la mayor parte de las ocasiones”.
Una realidad que se da principalmente en la Escuela Primaria y en el Instituto, como se ha demostrado en otros casos similares, a la que los padres han de estar atentos. El norteamericano Tim LaHaye, en el libro titulado HOW TO WIN OVER DEPRESSION, aconseja a padres y a madres que vigilen con atención las alteraciones mentales de sus hijos, porque pueden ser víctimas de la misma depresión que se cree exclusiva en adultos, aun cuando sea por causas distintas.

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