EXSOLDADO COMUNISTA SE CONVIERTE A CRISTO Y AHORA AYUDA A DESERTORES NORCOREANOS

Yong-Hwa es un exoficial de la dictadura norcoreana que pasó nueve años preso en diferentes países, acusado de traición al régimen comunista y condenado a muerte. Se convirtió a Cristo en una de sus prisiones y fue milagrosamente absuelto. Hoy administra un ministerio en Corea del Sur que evangeliza y ayuda a otros desertores norcoreanos a encontrar acogida y liberación de la represión comunista.
Debido a una instalación envejecida, un tren militar procedente de Rusia a Corea del Norte terminó cayendo en julio de 1988. A causa del incidente, el régimen norcoreano calificó a Yong-Hwa de desleal. "La deslealtad no tuvo nada que ver con el accidente. Me condenaron a muerte, iba a ser ejecutado", afirmó Yong-Hwa, casi 31 años después, en una entrevista para The Christian Post.
Su amor y lealtad por el régimen eran tal, que, incluso, estaba dispuesto a dar su vida por el dictador Kim Jong-un. Pero al oír de su ejecución, se sintió frustrado, así que decidió huir a China y suicidarse. En su travesía, escuchó una transmisión de radio surcoreana que cambió completamente el curso de su vida.
Aquel día descubrió la verdad de que el régimen de Kim Jong-un mantenía escondido a los desertores y que los torturaba. Y se dio cuenta de que había sido "engañado" por el régimen norcoreano. Yong-Hwa quería respuestas y fue a la Embajada de Corea del Sur en Hanoi, Vietnam, donde fue arrestado dos años.
Fue durante ese período que Yong-Hwa oyó el mensaje del Evangelio por medio de un intérprete en prisión y se convirtió al Señor. "Él me dio la Biblia y la leí. Le pedía a Dios que me salvara. Había maldecido a Dios durante toda mi vida y ahora estaba allí, clamando por Su ayuda”, dijo Yong-Hwa. 
Yong-Hwa logró escapar antes de ser repatriado a Corea del Norte, y fue nuevamente a la embajada surcoreana, donde pudo cambiar su ropa de prisión y obtener un poco de apoyo financiero. Yong-Hwa viajó a Laos, pero fue capturado por la policía en 1992. Luego pasó más de un año en Laos, antes de huir e ir de nuevo a China.
Cuando finalmente llegó a Corea del Sur, fue encarcelado 2 años más porque pensaron que era un espía de Corea del Norte. Fue liberado en 1997. Eventualmente, migró a Japón, donde el gobierno japonés también fue informado de que era un "espía internacional", por lo que fue confinado en un campo de prisioneros por tres años más.
"A pesar de haber vivido nueve años en la cárcel, jamás estuve solo, Dios me acompañó en cada una de los países donde fui encarcelado injustamente", aclaró Yong-Hwa. El camino hacia Corea del Sur, donde muchos desertores norcoreanos desean refugiarse, no es nada fácil. Gracias a Dios, pude lograrlo.
Al ser liberado, vivió un tiempo en Japón, y regresó a Corea del Sur en 2001. En 2005, fundó oficialmente la Asociación de Derechos Humanos de los Refugiados de Corea del Norte. La asociación ayuda a los desertores norcoreanos en China en su paso hacia Corea del Sur, y les ayuda a instalarse en esa nación.
"En Corea del Sur existe una ley de protección contra los animales, hasta los perros están protegidos contra la violencia. Pero los desertores norcoreanos, menores o mayores de edad, no lo están", acotó Yong-Hwa. Todavía hay cerca de 230 000 desertores norcoreanos vagando por China, en busca de seguridad, y en riesgo de ser arrestados y "repatriados" a Corea del Norte, donde pueden enfrentar tortura, prisión perpetua o ejecución.
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